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LOS AMANTES MASCULINOS DEL DIVINO DIONISO.

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Dioniso, como buen dios griego, tuvo sus amantes masculinos. El dios de la embriaguez y las experiencias místicas no fue diferente a toda su real y divina familia.
Baco de Aldaya, escultura hispanorromana del siglo II (M.A.N.)

El dios mas femenino del Olimpo nació de su padre Zeus, que lo parió tras la muerte de su madre. Eso sí, no de su vientre, sino de una pierna, que a masculino no había quien lo ganara.
Dioniso vivió en una permanente orgía, siempre seguido de su séquito con las mènades y los sátiros en permanente estado de erección. Aunque se le relaciona con la abandonada Ariadna, con la que tuvo una abundante prole, el semidiós tuvo tiempo para amar a otros hombres, o simplemente tener sexo con ellos.

El Dioniso Ludovisi con una pantera, un sátiro y uvas sobre una viña (siglo II d. C., Palazzo Altemps, Roma).

En esta última relación podríamos señalar su relación con el luchador Prosimno. Según la mitologia Dioniso quiso bajar al Hades a rescatar a su madre Semele, pero no conocía bien el camino por lo que buscó ayuda en el fornido luchador, éste a cambio le pidió sus favores sexuales, cosa a la que con alegría se entregó. Al final de la aventura el amante estaba muerto, en agradecimiento suyo tomó una rama de olivo, le dio forma de pene y la clavó en la tumba. La costumbre de levantar falos en honor de este dios parece tiene el origen aquí, según Robert Aldrich (1) "El falo llegó a representar el derecho a ser penetrado" De Dionisio se decía que "hacía lo que hacían los hombres y experimentaba lo que experimentaba las mujeres" (1).

Nicolas Poussin (1594 - 1665): Prosimno, desnudo explica a Dionisio la ruta a seguir. 



En las inacabables bacanales en las que participaba el propio semidiós, jóvenes desnudos i embriagados bailaban y se penetraban entre sí, o se dejaban penetrar por sátiros con enormes penes. Los roles clásicos aquí no se seguían, pero todas las representaciones que se conservan son del siglo VI a C. A partir del siglo V esto habría sido imposible. 

Reproducción de una pintura de Nicostenes, 510 a C. 



El bueno de Ampelo enamoró a Dionisio tan pronto como lo vió. Celosamente enamorado y temeroso que su final fuera el mismo de otros bellos jóvenes amados por los dioses, intentó protegerlo. Éste para atraer la atención de su amante cabalgaba sobre animales bravos para desesperación del hijo de Zeus. Pero uns conspiración encabezada por la propia Hera acabó con la vida del desafortunado muchacho. El lamento de Dioniso fue tan grande que consiguió que su amado no acabara en el Hades, transformándose en una parra de la que pronto salió un racimo, y de él goteó por primera vez el vino que jamás abandonaría a su amado.
Giovanni Domenico Campiglia, Bacchus cum Ampelo
 (1)  Aldrich Robert, Gays y lesbianas, Vida y cultura. Nerea Ed. 


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